Al encuentro del ritmo de la naturaleza


El Camino de Torres atraviesa paisajes de belleza abrumadora que aparecen de repente en el camino del peregrino.

Desde las solitarias llanuras de Salamanca hasta los míticos montes de Falperra y Labruja, pasando por las impresionantes terrazas del valle del Duero, el sendero desafía a los peregrinos a caminar al ritmo de la naturaleza. Prepárese el viajero a enfrentarse a subidas agotadoras y bajadas pronunciadas. En ambos casos, el encanto del paisaje perdurará en la memoria, al igual que la sensación de estar caminando en un mundo aparte, abierto por antiguos viajeros en el corazón del norte de Portugal.

Cada peregrino sigue su ritmo andando, pero todos toman consciencia de que la naturaleza impone aquí la cadencia de los pasos cuando avistan una autopista y cuestionan la velocidad del mundo.

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