Aproveche bien el tiempo en Salamanca, pues pasarán muchos días antes de que vuelva a encontrar una gran ciudad. Cuando se sale a pie de una ciudad, cada paso nos aleja más de las prisas de la vida urbana. Parece que camináramos en sentido contrario al del mundo, con rumbo a un ritmo solamente conocido por la naturaleza. En la carretera que va a Matilla de los Caños del Río, después de pasar por debajo de la autovía (A-66) y por el cementerio de Tejares, se va a instalar el silencio y será su más fiel compañero durante días. En Peñasolana y, especialmente, en El Encinar de la Rad, abastézcase de agua, pues pasarán casi cuatro horas hasta que llegue a Robliza de Cojos, sin encontrar ni un solo bar o población por el camino. El recorrido transcurre por la Cañada Real de Extremadura, camino de tierra pisada que era la ruta que los antiguos usaban para la trashumancia del ganado, a través de la cual los rebaños eran conducidos de las planicies de Castilla y León hasta Extremadura, para pasar allí el invierno. Si hace este trozo en verano y en las horas medias del día, aproveche todas las sombras posibles.